- La profundidad de la crisis económica sufrida en España se ha traducido en una importante y sostenida reducción del número de empresas desde el año 2008
- El 24% de las empresas desaparecen tras su primer año de vida
- Aumentar el tejido empresarial pasa por la reactivación del crédito y la simplificación del procedimiento de creación y crecimiento de las empresas
Madrid, 25/11/2015. Los Indicadores de demografía empresarial publicados hoy por el Instituto Nacional de Estadística (INE) confirman el intenso impacto negativo que la crisis económica ha causado sobre el tejido empresarial español, así como la necesidad de articular medidas que faciliten la creación de empresas e incrementen su supervivencia en el tiempo.
Según los datos del INE, en el año 2013, la economía española contaba con 3,418 millones de empresas, lo que supone un descenso del 1,4% respecto del año precedente, y revela la continuidad en la tendencia de minoración del número de empresas, desde el máximo de 3,712 millones registrado en 2008. Este descenso ha sido generalizado por sectores, Comunidades Autónomas y tamaños (estrato de asalariados). La única salvedad corresponde a las empresas sin asalariados, las cuales registraron más nacimientos que muertes, consiguiendo una tasa neta de crecimiento del 0,5%.
Con relación a la supervivencia empresarial, el 24% de las empresas desaparecen tras su primer año de vida, periodo en el que se constata la mayor mortalidad. Se trata además de un porcentaje similar al registrado el año precedente, y supone un aumento gradual en la mortalidad observada desde el año 2001 (cuando desaparecían al año siguiente de su constitución el 16,7% de empresas).
Para la Cámara de Comercio de España, esta trayectoria es resultado tanto de las cautelas propias de los emprendedores ante el incipiente proceso de recuperación económica de 2013 y de la lenta reactivación del crédito, como de la permanencia de trabas administrativas y fiscales que dificultan el incremento neto y la consolidación del número de empresas.
En particular, es preciso continuar con los esfuerzos por simplificar los procedimientos para la constitución y la supervivencia/consolidación de las empresas, impulsar la teletramitación y la coordinación interadministrativa, y garantizar la unidad del mercado nacional. Asimismo, otras medidas en este sentido deberían orientarse hacia el fomento de la vocación emprendedora y de la figura del empresario entre la sociedad, con campañas de sensibilización ciudadana e información pública sobre el papel clave de la empresa en la sociedad y la economía del país como eje vertebrador y garante del bienestar.
Otros indicadores complementarios, como los datos del Registro Mercantil, sugieren que la caída en el número de empresas totales de la economía española continuó durante el año 2014. Para el año 2015 la información disponible no permite ofrecer una lectura concluyente: los datos del Directorio Central de Empresas del INE o de la Central de Balances del Banco de España avalan un proceso de paulatina recuperación del tejido empresarial, que se contrapone con la débil evolución observada del número de sociedades mercantiles creadas.