- España mejora cuatro posiciones su clasificación en cuanto a facilidad para el desarrollo de la actividad empresarial, hasta el puesto 28º de 19º países
- Nuestra economía mantiene su liderazgo como el contexto más favorable para el comercio transfronterizo
- Las reformas estructurales pendientes y la continuación de la simplificación administrativa son claves para preservar la competitividad en el futuro
Madrid, 1/11/17. La decimoquinta edición de la clasificación “Doing Business 2018” publicada hoy por el Banco Mundial revela el mantenimiento de la competitividad de la economía española durante el presente ejercicio. De hecho, se ha producido un avance de cuatro posiciones en el ranking respecto año anterior, hasta situarse como la 28ª economía con mayor facilidad para el desarrollo de la actividad empresarial, entre los 190 países analizados.
De este modo, España se sitúa por delante de países de nuestro entorno inmediato, como Francia (31º), Países Bajos (32º), Japón (34º), Italia (46º), Bélgica (52º) o Israel (54º)
Con mayor grado de detalle, el estudio del Banco Mundial mide las regulaciones que favorecen o restringen la actividad empresarial, a partir de indicadores cuantitativos referidos a 11 áreas del ciclo de vida de una empresa. Entre estas áreas, España conserva desde hace años la primera posición a nivel mundial en cuanto al contexto propicio para el comercio transfronterizo, junto con otros 15 países.
Asimismo, nuestro país está situado de modo favorable, entre las primeras 30 primeras economías del mundo, en lo relativo a los trámites para la resolución de las insolvencias, la protección de los inversores minoritarios, y el cumplimiento de los contratos. También es destacable la posición alcanzada en cuanto a la simplificación para el pago de impuestos y para la obtención de electricidad.
Los ámbitos donde nuestra clasificación comparada es más modesta se corresponden con la apertura de un negocio y el manejo de los permisos de construcción. No obstante, en estas dos cuestiones se ha avanzado durante el ejercicio respecto a los países líderes de ambos ámbitos (la denominada distancia a la frontera).
El paulatino avance en la mayor parte de los indicadores recopilados por el Banco Mundial revela la mejora gradual del contexto regulatorio en el cual se desarrolla la actividad productiva española, circunstancia directamente vinculada al progreso en la capacidad competitiva de nuestro tejido empresarial. De hecho, España ha mantenido su posición comercial en los mercados mundiales de bienes, servicios e inversiones, en un entorno de creciente competencia y desequilibrios tanto internos como externos. Así lo corrobora también la consolidación de nuestra clasificación en otros indicadores publicados durante el ejercicio, como el Índice de competitividad global del World Economic Forum (posición 34ª) o la clasificación de competitividad mundial de IMD (posición 34ª).
Sin duda, tras esta trayectoria están las reformas emprendidas en los últimos años en ámbitos como el fiscal, laboral, concursal o societario. Por ello, el sostenimiento y mejora de la posición competitiva de España en los próximos años pasa por continuar con la simplificación burocrática y las reformas estructurales pendientes, especialmente en determinados ámbitos sectoriales. Además, con absoluto respeto a la senda de consolidación presupuestaria que permita cumplir con los objetivos de déficit comprometidos.
Todo ello, en suma, con el fin de seguir profundizando en la disposición de un marco favorable a la innovación, la digitalización, la internacionalización, el incremento de la dimensión media, y el aumento de la productividad de nuestro tejido empresarial.