22
Sep
2016
Artículo de Alfredo Bonet, Director Internacional de la Cámara de España, publicado en el diario "Expansión".
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La Cámara de Comercio de España, como viene haciendo el conjunto de Cámaras de Comercio territoriales desde hace décadas, defiende la apertura de la economía como vía para mejorar la competitividad y generar crecimiento y empleo. Nuestras empresas han atravesado un intenso período de liberalización comercial desde nuestra incorporación a la entonces Comunidad Económica Europea en 1986. Desde entonces, han afrontado todos los procesos liberalizadores posteriores, como el Mercado Único o la zona euro, a la vez que la competencia en el mercado interior se incrementaba con la incorporación de nuevos Estados a la Unión Europea. El balance es netamente positivo. Las empresas españolas, en su inmensa mayoría, han superado con éxito este ininterrumpido proceso de liberalización e inyección de competencia, que ha reforzado su competitividad y ha llevado a un gran número de ellas abordar los mercados internacionales con garantías. Gracias a su esfuerzo, contamos hoy con un sector exterior cuyo comportamiento contribuye decisivamente a garantizar la solidez y sostenibilidad de nuestro crecimiento económico.

Estados Unidos es un mercado muy atractivo por su dimensión y capacidad adquisitiva, pero aún no muy relevante para nuestras exportaciones. Aunque es nuestro primer mercado fuera de la Unión Europea, solo representa en torno al 4,5% de nuestras ventas totales de bienes, y menos del 8% de las de servicios. La integración entre nuestras economías es, sin embargo, mayor de la que reflejan estos datos brutos de comercio exterior a la luz de las recientes estimaciones de intercambios en términos de valor añadido. Así, el potencial de crecimiento de la relación económica es muy elevado, también porque la exportación española se concentra esencialmente en las grandes empresas.

El actual nivel de penetración de nuestros bienes, servicios y capitales en Estados Unidos se explica en parte por la existencia de barreras de acceso al mercado. No se trata de aranceles o cuotas, ya que hoy los mayores obstáculos al comercio internacional son las barreras no arancelarias, entre las que se incluyen la disparidad de estándares de calidad o las discrepancias legales y regulatorias entre países.

Las negociaciones en marcha para una Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión, más conocida como TTIP por sus siglas en inglés, pretenden precisamente reducir las barreras existentes al comercio y la inversión entre la Unión Europea y Estados Unidos a través de tres vías: facilitar el acceso al mercado, armonizar la legislación y crear nuevas normas que agilicen y hagan sostenible el comercio global. La creación de un espacio transatlántico abierto de comercio e inversiones ofrecerá grandes oportunidades de negocio a las empresas europeas y españolas, tal como anticipan los estudios de impacto. Y lo que es más importante, no solo a las grandes, sino también a las pymes que son las que más sufren las barreras regulatorias para acceder a los mercados de la otra parte.

Tras catorce rondas, las negociaciones, que se han desarrollado con un nivel de transparencia sin precedentes, se encuentran en un momento crítico por razones de carácter técnico y político. Desde el punto de vista técnico, hay dificultades porque las cuestiones más sensibles suelen dejarse para las últimas fases, y más cuando el TTIP es el acuerdo comercial más ambicioso jamás negociado y entra en terrenos complejos y hasta ahora inexplorados en política comercial.b

Pero las mayores dificultades son de carácter político y provienen de ambos lados del Atlántico. Por un lado, la proximidad de las elecciones presidenciales en Estados Unidos en noviembre, y de las que tendrán lugar en Francia y Alemania en 2017, tienen implicaciones en esta última fase de la negociación. Han tenido gran eco algunas recientes declaraciones críticas con la negociación por parte de autoridades de estos dos países europeos, replicadas después en Bélgica o Austria, que enturbian el ambiente negociador y contribuyen a alimentar el movimiento social anti-TTIP que, quizá basándose más en argumentos ideológicos que técnicos, ha ido avanzando en los últimos años promovido por un buen número de organizaciones. El tercer elemento distorsionante es el Brexit, cuyos efectos suponen un desafío imprevisto. Por un lado, la Unión Europea pierde al principal Estado miembro defensor del TTIP junto a España, algo que tendrá repercusiones de mayor calado en la política comercial europea al mover el centro de gravedad del Consejo hacia posiciones menos liberales. Por otra parte, el atractivo del acuerdo para Estados Unidos se reduce sensiblemente al perder una porción del mercado europeo que representa una cuarta parte de su relación económica con esta región.

La Administración Obama ha reiterado su voluntad política de tratar de concluir las negociaciones en esta fase final de su mandato, y la Comisión Europea también trabaja con ese objetivo. Pero solo quedan cinco meses para alcanzar un acuerdo, que debe ser a la vez ambicioso y equilibrado, hasta que se produzca el relevo en la Administración norteamericana. Es cierto que queda bastante por hacer, pero también que hay mucho ya acordado. No por difícil es imposible; no matemos al TTIP antes de tiempo.¡

El gobierno español, a través de la secretaría de Estado de Comercio del Ministerio de Economía, viene desarrollando una inestimable labor en favor del TTIP en el seno del Consejo y en apoyo a la Comisión. Un esfuerzo que se hace más necesario en las próximas semanas y especialmente de cara a la importante reunión de ministros de Comercio de la Unión Europea que tendrá lugar a finales de mes en Bratislava. Las Cámaras de Comercio hemos venido colaborando, junto con la CEOE, con la Comisión Europea y la secretaría de Estado de Comercio para identificar bien los intereses ofensivos y defensivos de nuestras empresas e incorporarlos a la posición negociadora europea, así como para explicar a la comunidad empresarial y a la sociedad en general lo mucho que está en juego y las oportunidades de negocio que la conclusión del acuerdo podría generar. En este momento clave de la negociación deseamos reiterar nuestro mensaje de apoyo a la conclusión de un acuerdo lo más ambicioso posible que permitirá a nuestras empresas, y especialmente a las pymes, ampliar su presencia en un mercado de tanto potencial como el de Estados Unidos. Ello se traducirá, una vez más, en un mayor crecimiento, generación de empleo de calidad y bienestar, por lo que debemos hacer todo lo posible para no desaprovechar esta ventana de oportunidad.

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