La Cámara de Comercio de España ha promovido la constitución de la Comisión Universidad-empresa para mejorar la colaboración y disminuir la distancia – sin duda excesiva hoy en día- entre estas dos instituciones, claves para el desarrollo económico y social y, en consecuencia, para la creación de riqueza y empleo, al igual que en todos los países que siguen el modelo de economía de mercado.
No existen dos sociedades, una pública en la que estarían las Universidades del sistema público de enseñanza y otra privada en la que se encuadrarían las empresas. Existe una sola sociedad civil, cuyo bienestar social depende de la excelencia de sus denominadores comunes necesarios y entre ellos, sin duda, están sus Universidades y sus empresas. El primer y principal motor del desarrollo económico y social en España, país que no destaca precisamente por sus recursos naturales o minerales, no es otro que el talento de sus personas. Ese talento, organizado y gestionado, es decir debidamente sumado o agregado en forma de empresa, representa la competitividad de nuestro sistema económico en un mundo de economía colaborativa y global.
En la formación de ese talento las Universidades son insustituibles. No existe ni puede existir inversión más rentable, a medio y largo plazo, que la realizada en general en educación y en concreto en el sistema público de enseñanza superior y no existe ni puede existir otro ecosistema de bienestar social que el que promueve las empresas como elemento necesario del desarrollo económico y social. Por tanto, necesitamos Universidades de excelencia internacional y empresas competitivas y sostenibles a nivel global. Lograrlo debe de ser un objetivo común de toda la sociedad. La excelencia de las Universidades requiere un nuevo sistema de gestión que supere sus actuales limitaciones de atomización y falta de jerarquía y sea capaz de gestionar su inmenso talento superando criterios de “café para todos”. Una gobernanza moderna facilitaría su acercamiento a las empresas. Hoy día es impensable la existencia de empresas sin compromiso de “compliance” y responsabilidad social.
De este compromiso añadido debe formar parte su colaboración con las Universidades. Las Universidades deben asimismo cumplir tres misiones básicas: la transmisión del conocimiento, la creación de nuevo conocimiento a través de la investigación y la transferencia de sus resultados al sector productivo. Con razón se dice que esta transferencia –aspecto esencial de la colaboración Universidad-empresa – es una de las grandes asignaturas pendientes de la economía española. Nuestras Universidades públicas hacen mucha y buena investigación, pero no somos capaces de convertirla en valor productivo, en definitiva, en desarrollo económico y social y creación de riqueza y empleo.
La Cámara de Comercio de España pretende (i) que la formación del talento en nuestras Universidades se mejore en el ámbito de las competencias y habilidades profesionales: afán de innovación, emprendimiento, mentalidad global, habilidades interrelacionales y uso de idiomas, liderazgo y un largo etcétera que hoy mueven el mundo y que solo las empresas pueden proveer en el ámbito universitario porque son condición necesaria de su día a día para su supervivencia; (ii) que la investigación universitaria se oriente más a la aplicada para su puesta en valor económico por las empresas y (iii) que las Universidades se internacionalicen para que puedan ser formadoras de profesionales competitivos en un mundo global.
Para ello, la Comisión Universidad-empresa ha abierto tres líneas de trabajo: (i) a través de un estudio conjunto con la Fundación CYD y la Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades Españolas, sobre “el impacto de las reformas recientes en la mejora de los sistemas universitarios europeos y su posible aplicación en España” y elaborando tanto propuestas para la mejora de (ii) la transferencia de resultados Universidad-empresa como medidas para (iii) la internacionalización de las Universidades públicas españolas.